En el día de Ayer, fuimos con la Profesora Eva al Jardín Botánico a leer Poesía. Lugar perfecto para concentrarse en una lectura y sentir realmente lo que el autor quiere transmitir en sus versos.
Recorriendo sus caminos, encontramos un espacio sereno y bello para sentarnos en ronda, leer y escuchar los poemas de los escritores que la Profesora había seleccionado para la ocasión.
Al sentarnos, no sólo nos deleitábamos con la lectura, si no también disfrutábamos de los sonidos de la naturaleza, los pájaros cantando y revoloteando a nuestro alrededor, los murmullos de los niños que jugaban en un sector cercano, el ruido del viento moviendo las hojas de los árboles.
También pude percibir los colores del alucinante día que nos tocó. El verde claro del húmedo y prolijo césped, el verde oscuro de los árboles, el rosado de las flores del lapacho, los distintos marrones de los troncos de los árboles y por supuesto el celeste intenso del cielo con unas pocas y dispersas nubes blancas.
De vez en cuando realmente se necesita parar un poco con la rutina, con el ritmo de la ciudad y “zambullirse” en un lugar como éste, desconectarse del “mundo civilizado” y conectarse con la naturaleza, con sus sonidos, sus aromas, sus colores y texturas, sus vibraciones…
Dalí Sanguine, 4º.
Recorriendo sus caminos, encontramos un espacio sereno y bello para sentarnos en ronda, leer y escuchar los poemas de los escritores que la Profesora había seleccionado para la ocasión.
Al sentarnos, no sólo nos deleitábamos con la lectura, si no también disfrutábamos de los sonidos de la naturaleza, los pájaros cantando y revoloteando a nuestro alrededor, los murmullos de los niños que jugaban en un sector cercano, el ruido del viento moviendo las hojas de los árboles.
También pude percibir los colores del alucinante día que nos tocó. El verde claro del húmedo y prolijo césped, el verde oscuro de los árboles, el rosado de las flores del lapacho, los distintos marrones de los troncos de los árboles y por supuesto el celeste intenso del cielo con unas pocas y dispersas nubes blancas.
De vez en cuando realmente se necesita parar un poco con la rutina, con el ritmo de la ciudad y “zambullirse” en un lugar como éste, desconectarse del “mundo civilizado” y conectarse con la naturaleza, con sus sonidos, sus aromas, sus colores y texturas, sus vibraciones…
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