Ayer, en la salida al Botánico, recorrimos un caminito lleno de plantas que se tornaban en una especie de túnel; era sombrío, pero a la vez dejaba filtrar pequeños rayos de sol, el follaje de un color verde oscuro…
Saliendo de ese pasaje, encontramos una gran extensión de pasto verde intenso, estaba fresco. Su color era muy vibrante, el sol le daba ese aspecto. Había una temperatura muy agradable, tibia.
El sonido de la calle estaba sutilmente perdido entre la brisa y el choque suave de la copa de los árboles y el cantar de los pájaros. Comúnmente, si atravesás los caminos que pasan cerca de las fuentes, se puede escuchar el movimiento del agua.
Se pasa muy fácilmente del calor al frío, y del frío al calor, cuando caminas por el botánico. Todo depende de si hay mucha o poca vegetación, si es alta o baja.
Cuando salís, es otro mundo…
Saliendo de ese pasaje, encontramos una gran extensión de pasto verde intenso, estaba fresco. Su color era muy vibrante, el sol le daba ese aspecto. Había una temperatura muy agradable, tibia.
El sonido de la calle estaba sutilmente perdido entre la brisa y el choque suave de la copa de los árboles y el cantar de los pájaros. Comúnmente, si atravesás los caminos que pasan cerca de las fuentes, se puede escuchar el movimiento del agua.
Se pasa muy fácilmente del calor al frío, y del frío al calor, cuando caminas por el botánico. Todo depende de si hay mucha o poca vegetación, si es alta o baja.
Cuando salís, es otro mundo…
Julieta Emiliozzi, 4º.
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