Amanda vivía junto a las vías del tren de Luton Sacrelnt. Barrio de alta aristocracia inglesa, sólo algunos sitios desolados, de noche, se convertían en un refugio.Una tarde mientras leía una carta que le había enviado un amor anónimo, la empleada tocó la puerta de su recámara para anunciar la cena.
Al volver a la realidad sintió un vacío repentino, un abismo en el alma, una desolación angustiante, una despersonalización que sólo había sentido en pesadillas, y ahora volvía a revivirla. Sofocadamente callada, bajo las escaleras de terciopelo apoyándose temblorosamente en la baranda de acero disimulado.
Una angustia silenciosa se apoderó de su ser. Su conciencia buscaba respiro mientras distinguía con un mareo la corrección de la sala y las personas que eran apenas líneas insignificantes desapercibidas de ese ambiente. Sentóse correctamente, debidamente, fugazmente…La noche fue menos asfixiante, la noche siempre era más fresca, más sincera, más pura.La calle húmeda y los faroles blanco luna difuminados por la lluvia protectora.La naturaleza sabe la belleza de los pensamientos.
A la mañana siguiente no quiso despertar, quería vivir en un sueño.En la hora del desayuno sintió que cada vez estaba más lejos de la dimensión de la realidad. Amanda habitaba fuera de la línea que limitaba la “racionalidad”. Amanda se quería ir.
Al volver a la realidad sintió un vacío repentino, un abismo en el alma, una desolación angustiante, una despersonalización que sólo había sentido en pesadillas, y ahora volvía a revivirla. Sofocadamente callada, bajo las escaleras de terciopelo apoyándose temblorosamente en la baranda de acero disimulado.
Una angustia silenciosa se apoderó de su ser. Su conciencia buscaba respiro mientras distinguía con un mareo la corrección de la sala y las personas que eran apenas líneas insignificantes desapercibidas de ese ambiente. Sentóse correctamente, debidamente, fugazmente…La noche fue menos asfixiante, la noche siempre era más fresca, más sincera, más pura.La calle húmeda y los faroles blanco luna difuminados por la lluvia protectora.La naturaleza sabe la belleza de los pensamientos.
A la mañana siguiente no quiso despertar, quería vivir en un sueño.En la hora del desayuno sintió que cada vez estaba más lejos de la dimensión de la realidad. Amanda habitaba fuera de la línea que limitaba la “racionalidad”. Amanda se quería ir.
La indulgencia humillante de sus padres que la había torturado desde niña, la empujaba aún más a dejar el mundo, se sentía profundamente sola. La carta que recibió había sido la gota que rebalsó el vaso y al mismo tiempo había sido un llamado al alivio.Esa noche tomó una decisión.
Concientemente temblaba por su destino ya, irremediable, nada podía hacer, la desesperación era demasiado grande.
En la medianoche del 1º de enero del 1900, mientras todos festejaban, un ser agonizaba… bajo las vías del tren.
Al llegar las 12 un rostro de horror conmovió el ambiente al volver con la noticia de que Amanda había muerto.
Su cuerpo estaba intacto, su rostro, completamente destruido.
A las 12:00 de la noche todos los 1º de enero, pasaba un tren por las vías, y su silbido parecía un grito de dolor.
Una noche los padres al ir a la habitación de la ya difunta hija, encontraron una carta que decía lo siguiente:
“Querida Amanda: Te escribo porque sé que tú me entiendes. Yo sé como estás, y sé que éste no es nuestro mundo; no es como lo imaginábamos.Seremos marginados, solo sé que nacimos para estar en otro lugar, en otra realidad, en la de la VERDAD... Esta libertad no es un fin, es un comienzo. Yo elegí esta libertad, el último destino. El principal alivio está donde lo encuentres. Yo encontré aquí mi alivio. Es así... Cuando leas esto ya no estaré aquí. Estaré en el otro mundo, en el mundo de paz. Ojalá tu puedas encontrar la otra alternativa, la felicidad. Siempre tuyo. Sam ” .
Concientemente temblaba por su destino ya, irremediable, nada podía hacer, la desesperación era demasiado grande.
En la medianoche del 1º de enero del 1900, mientras todos festejaban, un ser agonizaba… bajo las vías del tren.
Al llegar las 12 un rostro de horror conmovió el ambiente al volver con la noticia de que Amanda había muerto.
Su cuerpo estaba intacto, su rostro, completamente destruido.
A las 12:00 de la noche todos los 1º de enero, pasaba un tren por las vías, y su silbido parecía un grito de dolor.
Una noche los padres al ir a la habitación de la ya difunta hija, encontraron una carta que decía lo siguiente:
“Querida Amanda: Te escribo porque sé que tú me entiendes. Yo sé como estás, y sé que éste no es nuestro mundo; no es como lo imaginábamos.Seremos marginados, solo sé que nacimos para estar en otro lugar, en otra realidad, en la de la VERDAD... Esta libertad no es un fin, es un comienzo. Yo elegí esta libertad, el último destino. El principal alivio está donde lo encuentres. Yo encontré aquí mi alivio. Es así... Cuando leas esto ya no estaré aquí. Estaré en el otro mundo, en el mundo de paz. Ojalá tu puedas encontrar la otra alternativa, la felicidad. Siempre tuyo. Sam ” .
De ahí en adelante, los padres contemplaban todas las noches la habitación de Amanda. Y de reojo por la ventana, los contemplaba todas las noches, una mujer de máscara.
Ingrid Fainstein Oliveri, 2º B.
Ingrid Fainstein Oliveri, 2º B.
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