jueves, 3 de julio de 2008

HARRY GÓMEZ

Suena el despertador a las 6.30 de la mañana. Me despierto con un poco de desagrado… pero lo apago y me levanto. Me visto, preparo la mochila, me tomo el desayuno y me acuesto el tiempo que queda. Salgo de la cama, agarro los 10 centavos y el boleto secundario y voy hacia la parada del colectivo. Espero en la zona de detención que se digne a venir el colectivo que espero y, ¡Oh! ¡Casualidad! Cuando más frío hace más tarda. Por suerte lo veo venir a unas cuadras. El frío por un rato se va a pasar… y por fin, tomo el colectivo, que siempre está lleno. Por suerte, hoy no viene tan lleno y hay algunos asientos. Me siento en el último asiento y me agarra sueño…
De pronto siento que me zamarrean, al abrir los ojos me doy cuenta que me quedé dormido. Estaba en la Terminal. Bajé apurado del colectivo porque era tarde y por la vergüenza. Espero otro colectivo y empecé a moverme de lado a lado pensando que el tiempo pasaba más lento. Luego cuando llega el colectivo corrí para ser el primero en subir y sacar el boleto escolar. Corrí hacia el asiento teniendo cuidado de no dormirme, esta vez, mirando los negocios, contando las letras de los carteles. Todo sirve para entretenerme y no dormirme nuevamente. Al fin estoy cerca, bajo del colectivo y camino por el costado del botánico hacia la escuela.
Llego pero… todo está completamente vacío, ni un alma a la vista, ni un aura que me haga sentir gente a mi alrededor.
De repente, empiezo a escuchar voces que vienen del aula magna y el laboratorio. Bajo las escaleras asustado ya que estaba completamente oscuro y sentía que en cualquier momento me saldría encima algo o me caería de las escaleras. Al llegar abajo, escuché las voces cada vez más fuertes y al abrir la puerta me encontré con “NADA” pero seguía escuchando las voces… entonces pensé que no había clases (algo así para salir de la escuela lo antes posible) y subí las escaleras. La puerta estaba completamente cerrada, subí creyendo que los maestros estaban arriba, o por lo menos las llaves de la puerta.
Las llaves estaban en la mesa del invernáculo aula, al acercarme a verla me encontré con que las llaves estaban majadas, pensé que se cayeron al tanque que estaba al lado de la puerta; así que las tomé y abrí la puerta. Salí de la escuela y vi que las plantas estaban quemadas. Vi humo dentro de la escuela y corrí dentro. A lo largo una silueta alejándose entre las lamas, y en el humo… corrí tras ella y vi un hombre encapuchado que corría huyendo. Pensándolo mejor, volví a la escuela. Subí al piso de arriba y tomé todas las regaderas y los baldes que había. Los llené y los baje rápido. Pero… ya no había fuego, las plantas estaban intactas y no había rastro de Nada. Dejé las regaderas en el suelo y salí al patio. Al levantar mis manos veo que me estaban quemando, todo mi cuerpo estaba en llamas. De repente, escucho mi nombre… abrí los ojos y aparecí en mi cama. Era mi madre que me decía que llegaba tarde a la escuela. En mi mochila había llaves iguales a las del sueño. Pensé que eran de mi casa, pero, estaban mojadas…

Aaron Gómez

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