Hace mucho tiempo, en una casa aislada de la ciudad, vivía una niña de 13 años, con sus padres y un hermanito más chico de 7 años, con el cual no se llevaba muy bien.
La niña, llamada Milagros, era una pequeña muy estudiosa, inquietante, valiente y curiosa. Aparte de ser muy linda, lucía su pelo negro y largo y sus ojos verdes, redondos demostraban valentía.
Muchas veces sus padres le decían que ella era algo rara, ya que cuando leía sobre algún tema que le interesaba, no paraba de investigar sobre aquello.
A Milagros le gustaban y creía mucho en los duendes y hadas. Para ella, era un mundo maravilloso. Su habitación tenía un hermoso altillo con una ventana y estaba llena de dibujos y cuentos de hadas y duendes.
Una mañana la niña despertó y vio que en su casa no había nadie. Sus padres y su hermano menor le habían dejado una nota que decía que ellos se habían ido a una feria en la ciudad. Como siempre, la dejaban sola, pero para ella no era molestia.
La niña, llamada Milagros, era una pequeña muy estudiosa, inquietante, valiente y curiosa. Aparte de ser muy linda, lucía su pelo negro y largo y sus ojos verdes, redondos demostraban valentía.
Muchas veces sus padres le decían que ella era algo rara, ya que cuando leía sobre algún tema que le interesaba, no paraba de investigar sobre aquello.
A Milagros le gustaban y creía mucho en los duendes y hadas. Para ella, era un mundo maravilloso. Su habitación tenía un hermoso altillo con una ventana y estaba llena de dibujos y cuentos de hadas y duendes.
Una mañana la niña despertó y vio que en su casa no había nadie. Sus padres y su hermano menor le habían dejado una nota que decía que ellos se habían ido a una feria en la ciudad. Como siempre, la dejaban sola, pero para ella no era molestia.
Como era una niña muy curiosa, bajó al sótano de la casa para ver si encontraba algo interesante. En un rincón, encontró un cofre. Y dentro de él, había un libro con una apariencia muy antigua.
El libro sobre la tapa tenía un dibujo de un hada posada sobre la luna. La niña quedó sorprendida con el libro y tan ansiosa lo habría sin perder un minuto. Entonces, se sentó y comenzó a leerlo.
El libro contaba una historia de un hada llamada "Gisen", que era el hada de los sueños. Era tan bello y maravilloso el cuento, lo que decía el hada Gisen, que la niña quedó fascinada y todas las noches se sentaba junto a su ventana, con el libro en sus manos mirando la luna, como esperando algo.
Una noche mientras hacia lo mismo de todas las noches, escuchó una bella risa de mujer que venía de su cama. La niña, al darse vuelta, quedó sorprendida porque la bella mujer era el hada Gisen. La niña sin temor se acercó y se sentó junto a ella. La hermosa hada era alta, blanca, su pelo era largo y oscuro, ojos azules y unas alas grandes que irradiaban una hermosa luz.
La niña la miró y le preguntó:
El libro sobre la tapa tenía un dibujo de un hada posada sobre la luna. La niña quedó sorprendida con el libro y tan ansiosa lo habría sin perder un minuto. Entonces, se sentó y comenzó a leerlo.
El libro contaba una historia de un hada llamada "Gisen", que era el hada de los sueños. Era tan bello y maravilloso el cuento, lo que decía el hada Gisen, que la niña quedó fascinada y todas las noches se sentaba junto a su ventana, con el libro en sus manos mirando la luna, como esperando algo.
Una noche mientras hacia lo mismo de todas las noches, escuchó una bella risa de mujer que venía de su cama. La niña, al darse vuelta, quedó sorprendida porque la bella mujer era el hada Gisen. La niña sin temor se acercó y se sentó junto a ella. La hermosa hada era alta, blanca, su pelo era largo y oscuro, ojos azules y unas alas grandes que irradiaban una hermosa luz.
La niña la miró y le preguntó:
- ¿Tú eres el Hada de los Sueños? ¿Eres la misma del libro?
El hada se sonrió y contestó: - Sí, esa soy yo! Estoy muy contenta de que me hayas encontrado, sé que mi libro ha caído en buenas manos...
La niña quedó muy contenta por este encuentro. Comenzó a hablar con el hada y le dijo lo siguiente:
- Yo sabía que las hadas existían, pero ¿puedes contestarme algo?
- Sí, dime...
-¿Por qué mis padres piensan que soy rara, y ellos y mis compañeros me dicen que estoy loca y que las hadas, los duendes, Papá Noel y todo el mundo maravilloso, no existe?
La niña quedó muy contenta por este encuentro. Comenzó a hablar con el hada y le dijo lo siguiente:
- Yo sabía que las hadas existían, pero ¿puedes contestarme algo?
- Sí, dime...
-¿Por qué mis padres piensan que soy rara, y ellos y mis compañeros me dicen que estoy loca y que las hadas, los duendes, Papá Noel y todo el mundo maravilloso, no existe?
El hada volvió a sonreír y acobijo a la pequeña entre sus brazos. Entonces, acariciándole el pelo, le contestó:
-Yo creo que ellos están equivocados. Ellos han sido afectados por la incredulidad de estos tiempos. No creen más que en lo que sus ojos ven. Piensan que aquello que sus pequeñas mentes no pueden comprender, no existe.
Todas las mentes, Milagros, sean de adultos o de niños, son pequeñas. En este universo, el hombre es un simple insecto, una hormiga, cuya inteligencia no resiste la comparación con el ilimitado mundo que nos rodea.
-Yo creo que ellos están equivocados. Ellos han sido afectados por la incredulidad de estos tiempos. No creen más que en lo que sus ojos ven. Piensan que aquello que sus pequeñas mentes no pueden comprender, no existe.
Todas las mentes, Milagros, sean de adultos o de niños, son pequeñas. En este universo, el hombre es un simple insecto, una hormiga, cuya inteligencia no resiste la comparación con el ilimitado mundo que nos rodea.
Sí Mily, existimos. Nuestra existencia es tan real como el amor, la generosidad y la devoción, y tú sabes que éstas abundan y dan gozo y belleza a tu vida.
¿Cómo no creer en nosotras? aunque no nos vean. ¿Esto qué prueba? Nadie nos ve, pero yo he elegido y querido que tú me veas.
Pero es que hay cosas muy reales en el mundo, que ni los sueños, ni los adultos ven. ¿No has visto alguna vez a nosotras las hadas danzando en el bosque, o a mí sobre la luna? Por supuesto que no, pero eso no prueba que no estemos allí.
¿Cómo no creer en nosotras? aunque no nos vean. ¿Esto qué prueba? Nadie nos ve, pero yo he elegido y querido que tú me veas.
Pero es que hay cosas muy reales en el mundo, que ni los sueños, ni los adultos ven. ¿No has visto alguna vez a nosotras las hadas danzando en el bosque, o a mí sobre la luna? Por supuesto que no, pero eso no prueba que no estemos allí.
Nadie puede concebir o siquiera imaginar todas las maravillas invisibles que existen en el mundo.
Tú puedes romper el sonajero de un bebe y descubrir qué es lo que produce el sonido, pero el mundo que no ve lo que Ustedes, tienen un velo que lo cubre, un velo que ni el hombre más fuerte puede descorrer.
Sólo la fe, el amor, la fantasía, el romance y la poesía pueden descorrer esa cortina y permitirles ver el cuadro de belleza sobrenatural y gloria que está más allá de sus sentidos.
¿Es todo ello real? Ah, Mily, no hay en tu mundo nada más real y permanente que esta transcendencia.
Tú puedes romper el sonajero de un bebe y descubrir qué es lo que produce el sonido, pero el mundo que no ve lo que Ustedes, tienen un velo que lo cubre, un velo que ni el hombre más fuerte puede descorrer.
Sólo la fe, el amor, la fantasía, el romance y la poesía pueden descorrer esa cortina y permitirles ver el cuadro de belleza sobrenatural y gloria que está más allá de sus sentidos.
¿Es todo ello real? Ah, Mily, no hay en tu mundo nada más real y permanente que esta transcendencia.
Y tú me has podido ver por tu creencia, tú has podido descorrer ese velo porque tienes todo lo que se necesita para descorrerlo, pero no significa que todas las noches nos vayas a ver. No obstante, te hago una promesa... Siempre voy a estar cuidándote. Así que no dejes que la incredulidad te llegue a Vos también, sigue creyendo y que no te importe lo que los demás te digan. Tú sabes que existimos...
Milagros quedó sorprendida al escuchar esas palabras. El hada Gisen la recostó sobre su cama y antes de dejarla ir, la niña le preguntó:
- Hada, ¿te volveré a ver?
- Milagros, recuerda que yo soy el Hada de los Sueños, y en el momento menos esperado Tú me verás, sólo sigue creyendo en nosotras.
Milagros quedó sorprendida al escuchar esas palabras. El hada Gisen la recostó sobre su cama y antes de dejarla ir, la niña le preguntó:
- Hada, ¿te volveré a ver?
- Milagros, recuerda que yo soy el Hada de los Sueños, y en el momento menos esperado Tú me verás, sólo sigue creyendo en nosotras.
La niña se sonrió y el Hada le obsequió un collar que tenía puesto ella. Le dijo que siempre estaría con ella y que cuidara del collar y del libro.
Milagros comenzó a dormirse y el hada Gisen desapareció.
Fue la experiencia más hermosa que la niña tuvo y en el día de hoy, que tiene 35 años y todavía conserva el amor, la fe y por supuesto, el collar y el libro.
Maira Calvi López, 3º A.
Milagros comenzó a dormirse y el hada Gisen desapareció.
Fue la experiencia más hermosa que la niña tuvo y en el día de hoy, que tiene 35 años y todavía conserva el amor, la fe y por supuesto, el collar y el libro.
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