martes, 2 de octubre de 2007

Dafne y Apolo



Cuenta la leyenda que Apolo, el dios de la guerra, sorprendió durante una caminata a la bella ninfa Dafne. El joven afectado por una de las flechas de Eros, el dios del amor, se enamoró pero ella no le correspondía y lo esquivaba. Asustada empezó a buscar un escondite, mientras el muchacho se acercaba, ella imploró que no lo hiciera. Angustiada e indefensa corrió hacia las montañas. Apolo siguió tras ella, él le imploraba que parara, pero la joven no hacia caso, corría cada vez más. Apolo, mucho más veloz, ya la alcanzaba. Dafne no vio otro recurso que pedir ayuda a su padre Peneo, dios del río, quien al escuchar sus gritos el único remedio que encontró fue transformarla.
Sus pies empezaron a enraizarse, su suave piel se recubría de corteza, sus brazos se convertían en largas ramas y el pelo se transformaba en denso ramaje, mientras su rostro y cuerpo desaparecían bajo la corteza de un árbol de laurel. Apolo, triste al ver a su amada convirtiéndose, empezó a abrazar al laurel y entre lágrimas decide inmortalizarlo: todos los poetas, músicos y deportistas, usarían una bella coronilla de sus hojas por siempre.
Adaptación: Natalia Buzeta

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