viernes, 5 de octubre de 2007

Diálogo imaginario entre una Rosa blanca y un cardo


RB: Buenos días. ¡Qué hermosa mañana nos regala la naturaleza hoy! ¿No lo cree?

C: Temo que no.

RB: ¿Por qué? ¿Qué sucede?

C: Sucede que, simplemente, el sol no ha querido alumbrarme a mí, hoy. No sé si lo pueda comprender.

RB: ¿Por qué no habría de hacerlo?

C: Es que Ud. es una rosa adorado; yo, en cambio, un cardo despreciable.

RB: No es culpa suya, simplemente que mis espinas son muchas y demasiado filosas. ¿Es qué no está conforme con su papel en la naturaleza? Yo, no sabe lo que daría por estar en su lugar.

C: Ojalá supiera, es una cadena.Al escuchar estas palabras, el viento recogió los pétalos de la rosa y se los colocó al cardo. Al que al mismo tiempo, le sacó las espinas que luego la rosa tuvo. Se dieron cuenta de que cada uno estaba mejor que antes.

Ingrid Fainstein Oliveri, 1º B, (2007).

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